Los detectives salvajes. Roberto Bolaño

Los detectives salvajes se trata de la novela más famosa del escritor chileno Roberto Bolaño, fue publicada en 1998 y por ella ganó el premio Rómulo Gallegos y el Herralde de novela.

Todo se centra en la búsqueda de la poetisa Cesarea Tinajero, desaparecida y madre del movimiento poético, el real visceralismo, que intentan defender y del que procuran hacer un grupo. Dentro del grupo también hay problemas, disidentes, formas diversas de pensar, lo que pone en claro que cualquier movimiento literario conjunto tiene varias líneas que seguir. 

Se divide en tres partes. La primera y la tercera son el diario, en primera persona, del personaje Juan García Madero. Un chaval mexicano de 17 años que vive con sus tios y estudia derecho sin ganas. La primera de esas dos es en Mexico D.F y se centra mucho en el despertar sexual de García Madero, aprendiendo todo lo que debe con dos mujeres que le marcan y le trastornan. Una de ellas es la hija de Joaquín Font, María. Ella y su hermana son real visceralistas y en su casa ocurren muchos de los hechos. La otra es Rosario, camarera de un café que frecuentan mucho los poetas, con la que se va a vivir por despecho ante la indiferencia de María. También hay una relación, casi sin querer, con Lupe, una prostituta que se refugia en la casa de las hermanas Font y con la que escapan una nochevieja García Madero, Ulises Lima y Arturo Belano, cuando el proxeneta de ella les acosa con pistolas. Así, cronologicamente llegamos a la la tercera parte del libro, que es en el Desierto de Sonora.

La segunda son testimonios o puntos de vista de dos poetas, Ulises Lima y Arturo Belano, en diversas partes del mundo. La novela no es sino un homenaje al infrarrealismo, un movimiento poético que en la novela es llamado realismo visceral y cuyo entendimiento, búsqueda y análisis guía toda la historia.

Es una gran historia, larga y llena de descrepciones que harán al lector adentrarse tanto en la vida de los poetas hasta casi alcanzar a sentir lo que sienten.

«Todo realismo visceral es una carta de amor, el pavoneo demencial de un pájaro idiota a la luz de la luna, algo bastante vulgar y sin importancia.»

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