Un grupo de amigos se reúne veinticinco años más tarde en la misma cabaña donde se despidieron. Es la excusa perfecta para saber qué ha sido de cada uno de ellos: ¿Se han casado?¿Dónde trabajan?¿Qué tal les ha ido la vida? Unos a regañadientes y otro ilusionados se encuentran en aquella cabaña que les trae recuerdos de su juventud, sus travesuras, sus primeros amores…
Uno de ellos no da señales, y Nieves está preocupada. Todos creen que Andrés se ha arrepentido debido a la broma de la que fue víctima hace tantos años, y ahora ha decidido no presentarse. Algunos del grupo empiezan a sacar trapos sucios de su pasado, cuando salían juntos, y surgen las discusiones. Pero finalmente acaban todos mirando las estrellas, como habían planeado.
Lo que parecía tan solo una fiesta inocente se volverá algo terrorífico cuando a la mañana siguiente se den cuenta de que la electricidad, que se había ido la noche anterior, aún no ha vuelto, y que ni los móviles, ni los relojes digitales, ni siquiera los coches funcionan. Y peor aún: uno de ellos, Rafa, ha desaparecido. No hay señales de él. ¿Qué está pasando?
Decididos a buscar ayuda emprenden un viaje a fin de encontrar un teléfono que funcione y de gente que les eche una mano. Pero si el hallazgo de la desaparición de uno de sus compañeros fue algo horrible, más horrible será verse solos en el mundo. ¿Es que no hay nadie más?
Ni en la urbanización cercana ni en la ciudad, ni siquiera los jóvenes excursionistas que habían visto el día anterior están en sus tiendas, y lo más extraño es que todas sus cosas están ahí. Solo están rodeados de animales por todas partes. El miedo se apodera de ellos. Y más aún cuando durante el viaje van desapareciendo uno a uno. ¿Por qué a ellos?¿Será una venganza por esa antigua broma de juventud?¿O realmente habrá llegado el fin?
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