Es natural que nos defendamos ante lasagresiones. Ojo por ojo, diente por diente. Obtenemos resultados cotidianamente, en la calle, en debates de televisión, en reuniones familiares… Somos testigos de un intercambio continuo de agresiones desagradables, ruidosas y superficiales. Al final, todos salen perdiendo. Padecen estrés,] alteraciones nerviosas, sufren dolorosas heridas psíquicas y guardan oscuros deseos de venganza (“¡Eso es intolerable, pobre de él si vuelve a hacerlo, le voy a dar su merecido!”. Las agresiones verbales resultan aún más penosas para aquellos que no tienen reacción rápida, que se quedan mudos y sorprendidos ante los comentarios insolentes. No encuentran la respuesta adecuada hasta que ya ha pasado todo y, entonces, se llenan de ira y se sienten frustrados por haberse quedado con la palabra en la boca.
El sueño de todo aquel que suele permanecer estupefacto es aprender a contestaba sorprender al agresor con una respuesta ingeniosa. Como experta en técnicas de comunicación he aprendido que las bromas pesadas, las indirectas malintencionadas a menudo dejan profundas heridas que tardan años en cicatrizar. En mis seminarios y prácticas sale a la luz el sufrimiento de las personas afectadas que, además, suelen plantear las mismas preguntas: ¿qué puedo hacer ante un ataque personal?, ¿cómo puedo defenderme ante una crítica injustificada de mi jefe?, ¿qué le contesto aun cliente que me ofende por teléfono?, ¿cómo me puedo defender de las continuas provocaciones de mi compañera de trabajo?, ¿les pago con la misma moneda?, ¿me callo?, ¿existen otras alternativas? Sí, existen alternativas. La respuesta puede estar en sus manos. A través del tiempo he desarrollado una técnica de autodefensa oral, una especie de judo verbal, de aikido retórico para todos los que deseen responder de manera inteligente.
- Si te ha gustado, puedes encontrar este libro y muchos más en AMAZON