Una proporción cada vez más importante de la llamada bioenergía se produce en la actualidad a partir de cultivos agrícolas tradicionalmente utilizados como alimentos y piensos. La producción de cultivos no alimentarios para producción de energía también precisa tierra y agua. Esto crea una competencia directa por los recursos necesarios para alimentar a la población mundial de la cual cerca de 854 millones de personas sufren hoy hambre y malnutrición, la mayoría de ellas habitants de zonas rurales. Los posibles efectos de los agrocombustibles sobre el disfrute del derecho humano a la alimentación adecuada (DHAA) de los grupos sociales más oprimidos y marginados deben ser considerados antes de aplicar políticas y programas de fomento a la producción, inversión y comercio de agrocombustibles.
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