Libro Mujeres Asesinas

Las catorce asesinas de este libro tienen algo en común: esperaban para sí mismas un destino mejor. Como casi todas las mujeres del mundo, creían que sus virtudes les despejarían el camino de las miserias cotidianas. Y, como casi todas las mujeres del mundo, vieron que sus vidas estaban tomando un matiz que poco tenía que ver con lo que habían imaginado.

Pero mientras hay quienes aceptan la derrota con cierta soltura y hasta con resignación, otras se vuelven violentas, enloquecidas, tremendas. Frente a la infidelidad de un marido, algunas lloran, arman un escándalo y amenazan con abandonarlo. Otras, lo rocían con ácido. Algunas se sienten traicionadas por una amiga y dejan de hablarle, otras le parten la cabeza con una piedra. Estas catorce mujeres también están hastiadas de pequeños detalles: ir a hacer las compras todos los días a un mercado deprimente, saber que cada noche el marido estará instalado frente al televisor, lidiar con hijos fastidiosos, tomar colectivos, preparar sopas. La lista es infinita.

Un día, una mujer se despierta y advierte que no se casó con el hombre que de verdad amaba sino con el que aceptó casarse con ella. Es probable que ya lleven juntos veinte años, y que de todo ese tiempo no pueda rescatar más que tres o cuatro días de felicidad. Puede ser que se absuelva a sí misma y culpe al marido por su propia desdicha: acaso lo elimine, disolviendo veneno en el café con leche que le prepara a la mañana. O bien, puede conseguirse un hombre adicional. Pero a estas mujeres en particular, las cosas invariablemente se les complican: los esposos se enteran, los porteros las descubren, los vecinos las delatan.

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